Hace cuatro meses que Anna Cohí aterrizó en Varanasi para incorporarse al equipo de Semilla como voluntaria de comunicación en terreno. Su primera experiencia en India y en cooperación internacional. Hoy, aprovechando la celebración del Día Internacional del Voluntariado, os contamos su historia.
La barcelonesa Anna Cohí fue una de las candidatas que respondió a la oferta de voluntariado de comunicación de Semilla del pasado mes de julio, interesada por el trabajo en cooperación internacional. “Hacía tiempo que me interesaba trabajar en el tercer sector, aunque al principio buscaba oportunidades de empleo, pensé que hacer un voluntariado internacional sería la mejor forma de conocer de primera mano el funcionamiento de una ONG en el terreno”, nos cuenta. Con estudios en Comunicación Audiovisual y experiencia en departamentos de comunicación, Anna vio la oferta de Semilla como el voluntariado perfecto: “Cuando vi la oferta pensé que podía ser una buena oportunidad para contribuir a los proyectos de Semilla desde un campo en el que tenía experiencia, algo que me daba una motivación extra, aunque tengo que reconocer que no me esperaba acabar en India.”
Y es que esta ha sido también la primera vez que Anna viaja al subcontinente indio que con su cultura, tradiciones y diferentes realidades, no deja a nadie indiferente. “Varanasi me impactó: polvo, tráfico caótico, fauna diversa por las calles… pero también me cautivaron los ghats, el Ganges, los templos y su gente. Además, el equipo de Semilla me acogió desde el primer momento”. Con este equipo ha estado trabajando desde el mes de agosto: profesorado, coordinadores de los proyectos y otras personas voluntarias, con las que ha trabajado codo con codo para informar de todas las novedades de los proyectos de la ONG en Varanasi. “La suerte de trabajar en comunicación es que tienes la oportunidad de conocer todos los detalles de los proyectos y sobre todo, de conocer a las personas que forman parte de ellos y que te confían sus historias para que las puedas contar. Esto te permite tener una radiografía más detallada de las realidades que existen aquí y de sus protagonistas”.
Un trabajo necesario pero no siempre fácil
Para Anna, “el voluntariado es el trabajo más honesto que se puede hacer”. “La persona voluntaria aporta su tiempo y habilidades a una causa porque cree en ella y porque tiene la voluntad de ayudar desinteresadamente. Esto la convierte en un gran apoyo para la organización, que puede contar con personas con diferentes perfiles y experiencias en su equipo capaces de aportar nuevas ideas o maneras de hacer y que, además, darán el 100% en su trabajo —añade—. Aún así, el que se sigue llevando la mejor parte es el voluntario. Cuando haces este tipo de trabajo de das cuenta de que contribuir a mejorar la vida de las personas, sea de la manera que sea, es la mejor recompensa que se puede tener”
La comunicación es esencial para una ONG como Semilla: noticias, testimonios, vídeos, fotos, boletines informativos… son las diferentes fórmulas que se utilizan para mantener al día a todos los colaboradores de la organización y para dar a conocer y sensibilizar respecto a los colectivos más desfavorecidos con los que trabajamos. Un trabajo necesario pero no siempre fácil: “Aquí va todo a otro ritmo… Por un lado se plantean muchas cosas: nuevos proyectos, actividades…; pero pocas veces sale todo según lo planeado. Lo que tenía que tardar días, ¡puede acabar tardando semanas!”, asegura Anna riéndose. “Lo mejor es tomárselo con filosofía y adaptarse a las circunstancias. Shanti shanti, como dicen aquí: al final todo acaba saliendo”, añade.
Aún así, Anna asegura que Semilla está haciendo una gran labor con las comunidades con las que trabaja: “Lo que me encontré al llegar fue una organización consolidada, con beneficiarios y beneficiarias que han experimentado un cambio radical desde que entraron a formar parte de la ONG; y con un equipo comprometido y con ganas de seguir mejorando y creciendo. Y eso sin perder la cercanía con todos las familias beneficiarias, con las que se sigue teniendo una atención individualizada y adaptada a cada caso.”
Anna se encuentra ahora en la recta final de su voluntariado, y tras cuatro meses inmersa en el día a día de Semilla en Varanasi reconoce que “un descanso de la intensidad de esta ciudad caótica no me vendrá mal, pero la verdad es que estos meses me han pasado volando y creo que voy a echar de menos la variedad de cosas que he estado haciendo en Semilla. Hasta ahora no ha habido un día igual al anterior”. A su vuelta a casa quiere seguir ligada a Semilla, como mínimo colaborando con el grupo de voluntarios de Barcelona, además de intentar buscar oportunidades en el ámbito de la cooperación.