Semilla ha contado durante estas últimas semanas con una colaboración muy especial, la del fotógrafo de San Lorenzo de El Escorial, Rafa Cabal, que ha pasado una semana en Varanasi para preparar un vídeo. Se trata del vídeo conmemorativo del 10º aniversario de Semilla para el Cambio, que este año cumple ya una década de andadura. Rafa nos habla de su experiencia.
Después de haber colaborado el año pasado con la ONG española Agua de Coco, en Madagascar, Rafa ha querido repetir este año en la India porque “estas experiencias de voluntariado me marcan muchísimo”. “Este tipo de proyectos sociales me reportan un beneficio emocional muy grande, realmente siento que mi trabajo está ayudando a quien más lo necesita y puede servir para conseguir un mundo mejor”, asegura.
El hilo conductor del vídeo del 10º aniversario girará en torno a los testimonios de Rabiul y Yasmin, dos estudiantes del centro de Sigraque están escolarizados desde hace ocho años gracias a Semilla. Sus casos demuestran cómo el cambio real ha llegado a muchas de las comunidades beneficiarias de la ONG. Laltusi, la madre de Rabiul, es la cocinera de Semilla y también trabaja en el taller de artesanía. Por su parte, Asha, la madre de Yasmin, es promotora de salud en los slumsde Sigra y también participa en la elaboración de regalos tradicionales. Dos familias que ponen de manifiesto los avances cosechados por Semilla para el Cambio en sus primeros diez años de vida.
Tras una semana de rodaje en diferentes escenarios de la ciudad, lo que más le ha marcado a Rafa es el hecho de que las personas beneficiaras “estén aprendiendo realmente una lección, de alguna manera es como si sus mentes se hubiesen abierto, sobre todo en el caso de las mujeres y las niñas, porque han visto que otro futuro es posible más allá de lo preestablecido”. “Las niñas de Semilla ahora saben que pueden llegar a ser lo que se planteen, han aprendido que su futuro no está capado por su condición social o por su sexo”, concluye.
“Me gusta mucho el desparpajo de algunos niños y niñas, porque pese a ser muy pequeños ya tienen muy claro lo que quieren ser de mayores. Hay que estimular este carácter para que nadie les diga lo que tienen que ser, ellos mismos van a decidir lo que quieren ser”, valora Rafa después de haber tenido la ocasión de hablar con los estudiantes del centro de Sigra en múltiples ocasiones a lo largo de la semana. Preguntado sobre cuál será la clave para que el vídeo consiga transmitir el cambio generado por Semilla, Rafa afirma que “habremos conseguido hacer un buen vídeo si reflejamos que la gente puede tener acceso a un futuro diferente, porque al fin y al cabo es lo que realmente está pasando”.
Diez años plantando semillas
Tras realizar un viaje por la India en el que fue testigo de la situación de explotación infantil y pobreza que afecta a millones de personas, María Bodelón decidió pasar a la acción. La primera semilla se depositó en el barrio de Dashashwamedh en 2009, de la mano de un pequeño proyecto de educación dirigido a los niños y niñas de las comunidades de lavanderos que vivían a orillas del Ganges. En 2011, tan solo dos años más tarde, las raíces del cambio se extendieron hasta las comunidades de recolectores de basuras de los slumsdel barrio de Sigra.
Al echar la vista atrás, María Bodelón, la directora de Semilla para el Cambio, recuerda que todo “nació con la idea de que a través de una educación de calidad muchos niños y niñas sin recursos pudiesen salir de la rueda de pobreza y analfabetismo en el que estaban inmersas sus familias”. Con el tiempo se han experimentado muchos progresos, sobre todo en cuanto al nivel de alfabetización y la capacitación de las mujeres. “A los niños se les ve cada vez más motivados y están progresando en sus estudios para así lograr sus sueños”, subraya María.
El rumbo de la ONG no se ha desviado del camino trazado hace ahora diez años. Tal y como confirma María, la filosofía de Semilla para el Cambio“consiste en plantar semillas, nosotros tan solo somos la herramienta a través de la que los beneficiarios pueden apoyarse para salir de la situación de pobreza y marginalidad en la que se encuentran”. El propósito no es otro que estas familias “se integren en la sociedad y puedan aprovechar sus talentos para ser personas más libres y felices”. “Realmente es una transformación social lo que estamos consiguiendo, un cambio significativo en el tiempo”, concluye.
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