La fiesta de Holi de este año ocupará un lugar destacado en la memoria de Mahima. La visita de las dos personas que la apadrinan, Marcos e Iria Eguía, ha coincidido con una de las fiestas más importantes en India. La celebración de la entrada de la primavera con los niños y niñas de Semilla para el Cambio ha sido el mejor colofón para su estancia en Varanasi. “Compartir Holi con ellos y ellas es lo mejor que nos podía pasar, nos llevamos un pedacito de la tradición india”.
Como ya viene siendo costumbre, la azotea del centro de Semilla para el Cambio en Sigra volvió a ser el campo de batalla para festejar Holi. Los niños y niñas de la ONG, acompañados de sus profesoras y del resto del personal del centro, celebraron este miércoles la llegada de la primavera con el típico intercambio de polvos de colores. Sin embargo, la fiesta de este año contó con la presencia de dos invitados especiales, Marcos Eguía y su hija Iria, dos aventureros de Vigo que aprovecharon su estancia en India para conocer a la niña que tienen apadrinada, Mahima, alumna de 2º de preescolar.
“Holi nos ha acercado a los niños y niñas de una manera muy especial, solamente por el hecho de ver sus sonrisas al acercarse para compartir ese pedacito de su cultura ha sido muy enriquecedor”, recuerda Iria. “Estoy tremendamente feliz de poder compartir este viaje con mi hija, es una experiencia que a todo padre le gustaría vivir”, admite emocionado Marcos. Después de haber pasado un mes en Rishikesh, siguiendo un curso de yoga, y de que Iria realizara un voluntariado en el orfanato Ramana’s Garden de la misma ciudad, han visitado Varanasi antes de poner rumbo a su siguiente destino: Nepal. Y hemos aprovechado su paso por Semilla para el Cambio para hablar con ellos.
¿Cómo conocisteis la labor de Semilla y por qué decidisteis apadrinar a Mahima?
Marcos: Hace un par de años asistí a la cena solidaria de Semilla para el Cambio en Vigo. Me sorprendió mucho que una gallega como María Bodelón fuese la fundadora de la ONG y, como además coincidía con que al año siguiente yo iba a hacer un viaje por India, me interesé sobre la ciudad en la que estaban trabajando. Mi primera visita fue en 2018 y me impactó la bonita y difícil labor que se está haciendo aquí en Varanasi. Aunque tan solo tuve la oportunidad de pasar un día en la ONG, aproveché la ocasión para apadrinar una niña de 7 años, Mahima, a quien en ese momento no pude conocer personalmente.
¿Cómo ha sido el primer encuentro con la niña?
Iria: El encuentro con Mahima ha sido muy especial. El martes fue nuestro primer día en la ONG y, como cualquier niña que acaba de conocer a sus sponsors, se mostraba un poco más tímida y retraída. Pasamos un momento con ella en la ONG e incluso tuvimos la oportunidad de ir a su casa para conocer a sus padres y hermanos, quienes compartieron con nosotros lo poco que tienen. El miércoles, por el contrario, el recibimiento de Mahima fue completamente diferente, nos saludó con una sonrisa de oreja a oreja y se veía que estaba muy agradecida. Ha sido muy especial ver cómo está creciendo la semillita que mensualmente aportamos.
¿Por qué creéis que son importantes este tipo de colaboraciones?
Marcos: Es el futuro, es la semilla que se está plantando para que el día de mañana los niños tengan la oportunidad de tener un futuro un poco mejor, al menos para que cuenten con los conocimientos y las herramientas para luchar por ese futuro. Lo que nosotros les podemos ofrecer es mucho menos de lo que recibimos. De la mano de María, y de su equipo de colaboradores y voluntarios españoles que están en Varanasi, Semilla para el Cambio les está brindando esta oportunidad.
¿Qué es lo que más os ha sorprendido de los proyectos de la ONG sobre el terreno?
Marcos: Me gustaría poner en valor el trabajo holístico de Semilla para el Cambio. Al ofrecer la oportunidad a los niños para que vayan a la escuela, se está evitando que trabajen por 4 rupias en trabajos muy difíciles, como por ejemplo recogiendo basura en los slums. Pero no solo eso, ya que gracias a la ONG los estudiantes también se están beneficiando de un seguimiento médico, de un programa nutricional que les aporta ese plus adicional que necesitan, de un calendario de vacunas, etc. Es un proyecto holístico porque Semilla no solo está con los niños, sino que también está con las madres y con los padres. En los últimos años, por ejemplo, se ha conseguido reducir el índice de natalidad en casi la mitad, mientras que la mortalidad infantil ha desaparecido en las comunidades con las que trabaja Semilla. Son unos resultados increíbles en tan poco tiempo.
Semilla cumple este año 10 años de trayectoria, ¿cómo resumiríais este 10º aniversario?
Iria: Yo lo compararía con una semilla que se plantó hace una década y que, con mucha paciencia, pasión y constancia, se fue regando y cuidando hasta que germinó en un primer brote. Un brote que diez años más tarde se ha transformado en un árbol enraizado, cuya copa serían todos los proyectos que permiten cobijar y reunir cada vez a más personas. No me podría imaginar una metáfora mejor.
Marcos: Me gustaría añadir que la fortaleza de ese árbol, las verdaderas raíces, son los niños y niñas que han sido escolarizados gracias a Semilla. Dentro de unos años son ellos quienes van a darle muchísimo valor a la ONG, porque cada vez son más y seguramente en el futuro van a colaborar en los proyectos porque estarán muy agradecidos.
¿Qué valores encontráis en la labor de Semilla para el Cambio?
Marcos: La constancia del proyecto a lo largo del tiempo. La verdad es que el nombre de la ONG le viene a la perfección. Una semilla para el cambio implica una gran dosis de constancia y paciencia. Venirte a India a montar una ONG, como hizo hace diez años María, me da la sensación de que no debe ser nada fácil, debes ser de una pasta especial. Nosotros venimos cinco días y nos hacemos una idea aproximada de cómo se vive, pero otra cosa es estar aquí año tras año, con los monzones, con el calor, con las epidemias, viviendo al lado de las comunidades, todos los días luchando, intentando conseguir que las madres y los padres tomen conciencia. Evidentemente este proyecto es como una montaña muy alta, pero cualquier montaña se sube con un primer paso. Hay que empezar desde la base, fijándose como único objetivo el próximo paso y, con el tiempo, se va comprendiendo lo que supone Semilla para el Cambio, lo que significa esa montaña.
¿Cómo explicaréis vuestra experiencia en la India cuando volváis a España?
Iria: En mi caso me apoyaré en el diario de abordo que siempre me acompaña durante mis viajes. Me gustaría que la gente, de algún modo, experimentase lo que hemos vivido a través de mis descripciones, emociones y percepciones. Mi primera experiencia en India ha sido muy impactante, el choque cultural y organizativo es muy grande en todos los sentidos. Lo que en España podría parecer el caos absoluto, aquí es del todo natural y todo se lleva con otra templanza. Me gustó mucho hacer la comparativa tras haber trabajado este mes pasado en el orfanato Ramana’s Garden de Rishikesh y ahora venir a Semilla para el Cambio, porque sí que veo que, dentro del caos propio de la India, en Semilla sí que se han logrado organizar y estructurar los proyectos. Cuando regresemos a España, en cierto modo seremos como unos embajadores de la ONG para ayudar a transmitir lo que aquí está ocurriendo. Quizás, poco a poco, logremos un cambio en la concienciación de la gente para que también puedan aportar sus semillas. Una semilla para el cambio.