Vivek Srivastava es el nuevo coordinador de Semilla en el barrio de Dashashwamedh. Ya trabajó con la ONG entre 2012 y 2014, y ahora ha vuelto para liderar la reapertura del nuevo centro y dirigir los proyectos de educación, nutrición y salud que se desarrollan en el barrio. Nacido y criado en Varanasi, se graduó en la Banaras Hindu University (BHU) y ha compaginado en su carrera la administración y dirección de centros educativos con su actividad como coach freelance especializado en habilidades sociales, liderazgo y comunicación.
Los últimos nueve años has desempeñado puestos de dirección en diferentes instituciones educativas, ¿qué te ha llevado a especializarte en este sector?
Empecé trabajando en un banco, pero allí me di cuenta de que no me gustaba ese mundo y como tenía buenas dotes comunicativas y siempre había estado en contacto con la enseñanza —porque mi padre era profesor de universidad— decidí optar por este sector.
Además, sentía que tenía que hacer algo por la sociedad. Soy de esas personas que cree que recibes lo que das y creo que la educación es un trabajo muy noble. Además de dirigir o administrar una organización, puedo transmitir mis conocimientos.
¿De qué manera te ha influido haber nacido en una ciudad con grandes desigualdades sociales como es Varanasi?
Creo que haber nacido y crecido en Varanasi me ha marcado y me ha hecho ser más sensible y consciente. Amo mi ciudad y siempre he querido ayudar a su gente, desde antes de trabajar en ninguna ONG, siempre he intentado ayudar a la gente sin recursos. En esta ciudad son muy necesarias este tipo de actividades, porque hay importantes problemas de desigualdad, pobreza, desempleo y mala calidad educativa.
Vaya a donde vaya y trabaje donde trabaje, siempre intento cumplir con tres objetivos personales: crecimiento personal, aportar algo a la organización con la que trabajo y que la organización aporte a la sociedad. Si se cumplen estos tres objetivos, soy feliz haciendo mi trabajo.
En Semilla vas a trabajar en concreto con familias desfavorecidas de los ghats, ¿cuáles son los principales problemas que tienen estas comunidades y que tipo de apoyo crees que precisan?
Son personas que están sometidas a una gran discriminación, por eso, además de la ayuda económica, es importante también apoyarles psicológica y emocionalmente, hablar con ellos de sus problemas y que se sientan comprendidos.
Igualmente, es importante hacerles comprender que también ellos tienen que hacer esfuerzos y poner de su parte. El papel de Semilla para el Cambio no es solucionar todos sus problemas, sino guiarlos y ofrecerles herramientas para que sean capaces de resolverlos por sí mismos. Ahora, nuestro principal objetivo a corto plazo es seguir con los proyectos y mantenerlos motivados.
La elección del nuevo centro de Dashashwamedh está casi cerrada. ¿Qué criterios se han seguido para su selección?
Hemos buscado edificios de entre 1500 y 2000 metros cuadrados, capaces al albergar al menos cuatro clases, un aula pequeña para la oficina y un área grande donde los estudiantes puedan comer y realizar actividades. Por supuesto, con los servicios básicos de agua, electricidad… Y también se ha valorado mucho aquellos espacios que tenían luz solar, tanto por el ahorro de electricidad que supone como porque es mucho más sano para los alumnos.
Sin embargo, Dashashwamedh es un área densamente poblada y con poco espacio, por eso nos ha costado bastante encontrar edificios que cumplieran estas condiciones y nos hemos tenido que alejar un poco del área donde estaba el anterior centro.
Como coordinador, y además de los proyectos que ya están en marcha, ¿qué acciones te gustaría realizar en el nuevo centro?
Tengo muchas cosas en cabeza. Por ejemplo, me gustaría introducir clases de yoga, que creo que es muy saludable e importante para la salud de los niños y niñas. Si empiezan a hacerlo desde pequeños, les beneficiará enormemente.
Y también me gustaría orientar más la educación al trabajo. Por ejemplo, introduciendo cursos de preparación laboral, que pueden durar de 3 a 4 meses, en los que podríamos orientar a los estudiantes más mayores para el momento en que tengan que buscar empleo. El objetivo es que, cuando los alumnos/as terminen su educación obligatoria, no vuelvan a realizar los trabajos de su familia, como la recogida de basura o el lavado de ropa, que están muy mal pagados. Con una preparación laboral, podremos ayudarles a conseguir trabajos acordes con la educación que les estamos dando en la ONG, que es muy buena.
Hablando de educación, ¿cómo ves la educación en India? ¿Cuáles son los principales retos en este sector?
No puedo hablar de toda la India, porque solo he trabajado Varanasi. Aquí uno de los principales problemas es que el profesorado está desmotivado en la mayoría de las escuelas, porque no se le paga bien. Y esta desmotivación agrava otros problemas, como la carencia de disciplina, tanto del alumnado como del profesorado, que se ausenta de clase o llega tarde con frecuencia. Un profesor, además de transmitir conocimientos, tiene que ser un modelo de conducta. Si los niños/as están viendo todo eso, ¿cómo van a ser disciplinados en el futuro?
Creo que en las escuelas no se deben enseñar solo asignaturas y conocimientos teóricos, también habilidades sociales como convivir en la sociedad, educación o fundamentos de comunicación. Como coach en habilidades sociales, me he dado cuenta de que el principal problema de muchos jóvenes en esta ciudad, a la hora de encontrar trabajo, es que no saben comunicar, no saben decir lo que quieren, expresarse o presentarse a sí mismos.
¿Qué papel crees que juegan las ONG como Semilla para el Cambio en la educación en la India?
Muy importante. La pobreza no es solo material, también se manifiesta en la falta de acceso a la educación y en la escasez de conocimientos prácticos para enfrentarse a la vida. En esta ciudad, las familias más pobres no hacen ningún tipo de planificación para su futuro. Por ejemplo, no son conscientes de que cuantos más hijos tengan, más pobres van a ser. Tampoco tienen cultura del ahorro, lo que les podría ayudar a invertir pequeñas cantidades para intentar obtener beneficios. Por eso es muy importante que se haga una labor no solo de ayuda material, sino de concienciación, educación y formación, como la que hace Semilla. La educación otorga este tipo de herramientas prácticas, que permiten a la gente sin recursos tomar las riendas de su situación y mejorarla.
Semilla para el Cambio es una organización mucho más pequeña que otras en las que has trabajado, ¿qué ventajas y/o inconvenientes ves en esto?
En una organización grande todo está mucho más jerarquizado, lo cual tiene sus ventajas e inconvenientes. Las ventajas son que están mucho más definidos los roles de cada trabajador y los procesos mediante los cuales se trabaja, lo que hace que se trabaje de una forma más organizada y clara. Sin embargo, al mismo tiempo esas jerarquías ralentizan el trabajo, que es mucho más dinámico en una organización pequeña. En Semilla para el Cambio, cualquier problema que tenga lo puedo consultar al momento con María Bodelón y tomar una decisión rápidamente, lo que en una ONG más grande podría llevar días.
Además, otra de las ventajas de una organización pequeña es que ves cara a cara a la gente con la que estás trabajando, lo que te reporta más cercanía y una satisfacción personal que en una organización grande muchas veces no tienes, ya que tu trabajo puede no ser de campo.