Un nuevo grupo de voluntariado ha llegado a India y trabaja desde hace unas semanas con el equipo de Semilla para el Cambio sobre el terreno. Son Elena, Mateo, Antonio y Fernando, que colaborarán durante unos meses en los ámbitos de educación, comunicación y regalos solidarios y que ya están perfectamente adaptados a la rutina de trabajo de la ONG.
Antonio Nieto, coruñés de 23 años, fue el primero en aterrizar en Varanasi para incorporarse al equipo de trabajo de Semilla para el Cambio en sus centros de Sigra y Dashashwamedh. Allí trabaja desde principios de agosto dando apoyo en el proyecto educativo de la ONG.Aunque carece de experiencia previa en la enseñanza reglada, colabora en las clases de español y refuerzo de inglés que reciben los alumnos/as de la ONG.
“Está siendo una experiencia bastante reveladora porque siempre intuí que se me daban bien los niños, pero estoy descubriendo que es bastante satisfactorio y que me siento realizado cada vez que salgo de clase” cuenta Antonio, que dice haber descubierto su vocación enseñando español a los niños de las comunidades más desfavorecidas de Varanasi.
Por otro lado, Antonio afirma haber encontrado en Semilla para el Cambio “uno de los ambientes de trabajo más cómodos” en los que ha estado, en el que “hay mucha fluidez y comunicación” y donde se anima a los voluntarios a “aportar nuevas ideas y proyectos”.
El Departamento de Comunicación de Semilla para el Cambio en India contará con el apoyo durante los próximos meses de Fernando Moldenhauer, periodista y filólogo llegado desde Madrid a principios de septiembre.
Fernando compagina su interés por el periodismo social y humanitario con la cooperación, colaborando desde hace años con otras ONG, por lo que considera “una suerte” haber encontrado una ocupación que le permita “desarrollar ambas facetas” y, al mismo tiempo, “tener la oportunidad de conocer la cultura milenaria” de la India.
“Considero de vital importancia la labor de las ONG como Semilla para el Cambio, que tratan de transformar la sociedad desde abajo, a través de la educación y del empoderamiento de los sectores más desfavorecidos de la sociedad” afirma.
Mateo Fuentes es un coruñés de 31 años que ya había colaborado antes con otras ONG como la Fundación Vicente Ferrer, situada en el sur de la India y que se enamoró de Varanasi y Semilla para el Cambio en una visita a la ciudad el pasado mes de marzo.
Mateo, con ocho años de experiencia en el sector de las ventas online, colaborará con el departamento de regalos solidarios para mejorar el rendimiento de la tienda online, a través de la que Semilla para el Cambio comercializa para los productos elaborados por las mujeres de los slums en los talleres de artesanía.
“Creo que una gestión más eficiente de las ventas online podría mejorar y ampliar las vías de financiación de Semilla para el Cambio, impulsando la estupenda labor de esta ONG” afirma Mateo, que está trabajando ya en el diseño de un plan de acciones y ha introducido ya algunas mejoras en la web de regalos solidarios de la ONG.
Prácticas en Varanasi
Y la última en incorporarse al nuevo equipo de voluntariado ha sido Elena Ramos, una vallisoletana que se encuentra realizando un Máster de Cooperación para el Desarrollo en la Universidad de Valladolid y que ha escogido a Semilla para realizar sus prácticas. Elena estará un mes en Varanasi y participará en proyectos como la elaboración del programa de formación en turismo que se va a implementar en el Ciclo de Inserción Laboral o la preparación del boletín que Semilla para el Cambio envía a los padrinos y madrinas cada semestre para informar de la evolución y los progresos de su ahijado/a.
Elena Ramos, que lleva más de seis años colaborando con diferentes ONG, conoció a Semilla para el Cambio durante el transcurso de un viaje solidario por el norte de India con Open Eyes y, desde principios de 2018, comenzó a colaborar apadrinando a un niño.
“Llevo colaborando desde que empecé a ganar algo de dinero, empecé con otras ONG más grandes, pero con el tiempo vi que eran las ONG pequeñas, como Semilla, las que más escasez de recursos tenían y en las que más se podía necesitar mi ayuda, por lo que decidí elegirla para mis prácticas”, cuenta.