Semilla para el Cambio ha iniciado este mes de marzo el Ciclo de Inserción Laboral (CIL), de tres años de duración, destinado a ofrecer formación profesional y preparar para el mercado laboral a los y las estudiantes de los últimos cursos del programa educativo de Semilla para el Cambio en Sigra. Entrevistamos a María Bodelón, fundadora y directora de la ONG, para saber un poco más sobre este nuevo proyecto.
¿Cuál es el objetivo del Ciclo de Inserción Laboral?
El objetivo de este proyecto es preparar a los estudiantes para una futura vida profesional a través de una educación de calidad, facilitándoles su inserción laboral y reduciendo el riesgo de abandono escolar en los alumnos/as mayores del centro de Sigra. Sobre todo, queremos que el CIL sea un incentivo para retener a estos estudiantes en el programa educativo y asegurar que sigan con la escolarización.
¿Cómo se va a llevar a cabo?
Además de proseguir con la escolarización de los beneficiarios, en el CIL se imparten clases de español, que se alternan con inglés conversacional e informática avanzada y con el curso de formación profesional en el sector turístico, que empezará a partir del segundo año y contendrá asignaturas relacionadas con la historia y geografía de la India, las religiones, mitos y ritos, el Varanasi turístico, restauración y hostelería.
Además, el proyecto incluye, al final de los tres años, prácticas profesionales en el área elegida por el/la estudiante, dándole la oportunidad de iniciarse en el mundo laboral y poner en práctica la teoría adquirida en el ciclo.
¿Cuál es el perfil de los y las participantes?
Los beneficiarios directos del CIL son la primera generación de niños y niñas de los slums de Sigra escolarizados por Semilla para el Cambio en 2010. Concretamente, 25 alumnos que llegaron a Semilla con edades comprendidas entre los 7 y 10 años y que, por tanto, se escolarizaron tarde.
A día de hoy estos estudiantes, de entre 12 y 15 años, tienen un alto riesgo de abandono escolar, sobre todo debido a las presiones familiares. Sus familias, la mayoría analfabetas, no comprenden la importancia de educar a sus hijos para salir del círculo de pobreza. Por ello, después de cierta edad, ejercen presión para devolverlos al mercado laboral –en el caso de los chicos-, o bien conciertan matrimonios precoces en el caso de las hijas.
¿Por qué es importante el CIL?
Porque el marco educativo de estos niños y niñas es muy corto, puesto que empezaron la escolarización muy tardíamente. Si ahora abandonasen el Programa Educativo de Semilla, no tendrían suficiente formación para conseguir un buen empleo. Por eso, pretendemos que el CIL no sólo les aporte una formación profesional extra, sino que sea, sobre todo, una garantía para que estos alumnos finalicen la educación primaria, ya que mientras estén en este proyecto, seguirán escolarizados.
Además, esta primera generación de estudiantes supone un ejemplo a seguir para el resto de niños, niñas y para sus familias. Si estos niños abandonasen el programa y volviesen al trabajo, sería un motivo de desmotivación para las otras generaciones. En cambio, si en unos años, los primeros beneficiarios consiguen un buen empleo, motivará a las familias a seguir escolarizando a sus hijos e hijas.
¿Por qué este proyecto sólo se destina a los alumnos y alumnas del centro de Semilla en Sigra?
Estos estudiantes pertenecen a familias de inmigrantes rurales, procedentes del estado indio de Bengala Occidental, que llegaron a Varanasi buscando mejoras económicas, pero acabaron malviviendo en condiciones de pobreza extrema. En India, estos grupos son los más vulnerables y la situación de precariedad en la que viven hace que prioricen el trabajo, como medio de subsistencia, frente a la educación. Por eso, destinamos el CIL a los hijos e hijas de estas familias. Queremos que sea un punto de motivación para los alumnos, pero también para los padres y madres, y de esta manera evitar que abandonen la educación; ya ha habido algún caso de abandono recientemente.
En cambio, las familias del barrio de Dashashwamedh, que forman parte del programa de Semilla y llevan viviendo toda la vida en Varanasi, están más concienciadas sobre la importancia de la educación para sus hijos e hijas, por lo que es muy probable que acaben su escolarización.
El proyecto tiene como una de sus bases el aprendizaje de español, ¿hasta qué punto crees que es relevante tener conocimientos de esta lengua en Varanasi, en particular, y en India en general?
Creo que, actualmente, saber español se está convirtiendo en una herramienta diferenciadora, un plus a la hora de encontrar empleo en India, debido al desarrollo de sectores productivos como el informático y el turismo. Por ejemplo, en Varanasi, el turismo español ha crecido mucho recientemente y la oferta especializada para este colectivo es aún escasa. Por eso, el CIL pretende ser una puerta de entrada a la hostelería, la restauración, agencias de viajes, empresas de comunicación, call centers, etc –empresas locales asentadas en Varanasi y alrededores-, como posibles opciones laborales para los alumnos y alumnas beneficiarios del proyecto; además de optar a ser contratados por la propia ONG.
Entonces, ¿la contratación en la ONG es una de las salidas laborables que se contemplan para los alumnos del CIL?
Sí, así es. Al finalizar el ciclo, queremos emplear a algunos de los estudiantes que dominen el hindi, el inglés y el español como coordinadores, asistentes, traductores, etc, con el fin de desarrollar los trabajos y actividades que requieran una relación directa con los integrantes de la entidad en España y con los visitantes que acuden al centro de Varanasi, porque para ambos, el español es una herramienta de comunicación necesaria. Además, contratar a nuestros propios alumnos/as implicaría, a largo plazo, una mejora sustancial a nivel logístico dentro de la ONGD, ya que daríamos protagonismo a los propios actores locales, que comunicarían –en primera persona- todo el trabajo que Semilla para el Cambio está haciendo en Varanasi.