Hace casi dos años María Bodelón, fundadora de la ONG, y Soma Chakrabrorty, coordinadora del proyecto, fueron a su casa para preguntarle si estaba interesada en que sus hijos se educasen. “Estaba un poco asustada porque no sabía bien en manos de quién dejaba a mis hijos pero sabía que era lo mejor para ellos”. Ahora se siente feliz, “he visto cómo mis hijos están aprendiendo, han cambiado su educación, sus hábitos… Incluso me enseñan a mi lo que ellos aprenden. Me gusta pensar que podrán encontrar un trabajo bueno en el futuro.”
Meses más tarde, en julio de 2011, Semilla para el Cambio le ofreció participar en un nuevo proyecto, una iniciativa destinada a la mujer. Cuando surgió esta oportunidad de formar parte del proyecto de Marina Silk, no lo dudó ni por un momento: “apenas aportaba dinero a casa, tenía muchos problemas familiares”, cuenta, “ahora soy más fuerte y útil. Ya no salgo a la calle para recoger basura”.
Aprender a pintar artesanalmente la seda fue todo un reto para ella, ya que cuando empezó su formación no sabía ni como coger un lápiz, “imagínate un pincel”, confiesa. El progreso de Naseema es uno de los más destacados. Shweta, la supervisora del taller de pintura, afirma que “ha ganado mucha seguridad en el trazo y es muy creativa, es una de las alumnas aventajadas”.
Para Naseema formar parte de Marina Silk ha supuesto un cambio radical en su vida. “Me gusta mucho lo que hago, es muy diferente estar aquí a todo lo que hacía antes. Ahora tengo más confianza en mí misma. Quiero seguir trabajando aquí.”, afirma.
Como Naseema, otras 11 mujeres han podido cambiar de vida gracias a Marina Silk. El proyecto, que toma su nombre de la empresa patrocinadora, Marina Textil, comercializa los pañuelos en España desde este año. El proyecto pretende lograr su autosostenibilidad a medio plazo, y con los beneficios obtenidos, favorecer a otras mujeres y niños de los ‘slums’ de Varanasi.
Pincha aquí para ver un vídeo en el que Naseema cuenta su experiencia.